El movimiento feminista en el País Vasco ha recorrido un camino lleno de hitos históricos y luchas incansables por la igualdad de derechos. Desde la década de 1970, las mujeres han alzado la voz contra el patriarcado, denunciando la violencia de género y abogando por una sociedad más justa. En este contexto, EMARGI surge como una respuesta directa a la necesidad de apoyar a las mujeres víctimas de explotación y violencia sexual, consolidándose como una asociación clave en la lucha feminista actual.
Antecedentes feministas de los que bebe EMARGI
El feminismo vasco ha estado marcado por la búsqueda de derechos fundamentales y la denuncia de la violencia sistemática contra las mujeres. A partir de 1976, con la creación de la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, se establecieron las bases para un movimiento que se consolidaría en la década de 1980 con la creación del Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde) y la aparición de diversas organizaciones feministas que comenzaron a operar en el territorio.
La década de 1980 fue un periodo de expansión para el feminismo, donde las mujeres empezaron a ocupar espacios en la política y en los sindicatos. Se visibilizó el trabajo doméstico y se exigieron derechos como el divorcio y el aborto. A pesar de estos avances, la violencia sexual seguía siendo un tema tabú, lo que llevó a la creación de espacios donde se pudiera abordar esta problemática de manera directa y efectiva.
En este contexto, el movimiento feminista vasco no solo se alineó con las luchas feministas en otras partes de España, sino que también se nutrió de influencias internacionales, conectándose con las demandas de las mujeres en diversas partes del mundo. La voz de las mujeres vascas resonó en el escenario internacional, y las luchas locales se enmarcaron dentro de una lucha más amplia por la igualdad y la justicia social.
De la violencia de género a la violencia machista
Con la creación del Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde) en 1988, se institucionalizaron muchas de estas demandas, brindando un apoyo crucial al avance de los derechos de las mujeres.
El contexto nacional también fue fundamental. La aprobación de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género de 2004 fue un momento crucial que atendió una demanda histórica del movimiento, que no dejó de exigir mejoras en la atención a estas víctimas y a sus hijos e hijas, reconocidos oficialmente como víctimas desde el 2013.. A medida que las políticas públicas comenzaron a enfocarse en la violencia de género, el movimiento feminista se unió a campañas de denuncia de la violencia contra las mujeres entendida como un concepto más amplio (violencia machista o patriarcal): se entendió que esta violencia tiene diferentes manifestaciones (violencia física, psicológica, sexual, económica…) y que se produce en muchos más ámbitos que en el marco de la pareja o expareja (entre familiares, amistades, en el trabajo, por parte de desconocidos…).
A lo largo de los años 2000 y 2010, el feminismo vasco ha continuado su labor de sensibilización y reivindicación, adaptándose a nuevos desafíos. La creciente conciencia sobre la violencia sexual y la explotación han llevado a muchas mujeres a unirse a organizaciones que luchan por sus derechos. Es ahí donde EMARGI ha adoptado un enfoque radical y transformador, buscando no solo ofrecer apoyo a las víctimas, sino también desafiar las estructuras patriarcales que perpetúan la violencia. Su labor se centra en la prevención de la violencia sexual, la sensibilización y la promoción de la igualdad, creando un espacio seguro para las mujeres donde puedan compartir sus experiencias y recibir el apoyo necesario para sanar y empoderarse sin ser juzgadas. Además, EMARGI se involucra en la incidencia política, abogando por políticas que atiendan las necesidades de las mujeres en la sociedad actual.
EMARGI en Irala: construyendo barrio y una sexualidad saludable
Irala es donde se ha situado la sede de EMARGI, un barrio emblemático de Bilbao que ha sido testigo de diversas transformaciones a lo largo de su historia. Situado al sur del centro de la ciudad, Irala combina una rica herencia industrial con un entorno residencial vibrante. Durante gran parte del siglo XX, el barrio se caracterizó por su actividad obrera y su fuerte sentido de comunidad, atrayendo a familias trabajadoras que encontraron en él un hogar.
Sin embargo, en las últimas décadas, Irala ha enfrentado retos significativos. La desindustrialización y los cambios económicos han dejado huellas visibles en la comunidad, provocando un aumento en las desigualdades sociales y económicas. A pesar de estos desafíos, los y las habitantes de Irala han demostrado una notable resiliencia, organizándose para enfrentar los problemas que afectan a su barrio.
En este contexto, el movimiento feminista ha encontrado en Irala un terreno fértil para su desarrollo. Las mujeres del barrio han jugado un papel fundamental en la lucha por la igualdad y la justicia social. A través de iniciativas locales, reuniones y actividades comunitarias como las integradas en Auzoak abian, han tejido una red de apoyo que fomenta la sororidad y el empoderamiento. El barrio se ha convertido en un espacio donde las mujeres pueden compartir sus experiencias, organizarse y crear un cambio significativo en su entorno.
El traslado de EMARGI a Irala es un reflejo de esta tradición de lucha. La asociación ha sido recibida con entusiasmo por las mujeres del barrio, quienes ven en ella una oportunidad para abordar de manera directa la violencia y la explotación sexual. EMARGI no solo brinda atención y apoyo a las mujeres víctimas, sino que también actúa como un catalizador para la movilización y la concienciación en la comunidad.
Además, Irala se enfrenta a una creciente diversidad, con la llegada de nuevas vecinas y vecinos que enriquecen su tejido social. Esta mezcla de culturas y experiencias crea un espacio propicio para el intercambio de ideas y la construcción de un feminismo inclusivo, antiracista y anticolonialista que abrace las diferentes realidades de las mujeres en el barrio.
La historia de Irala es una historia de lucha, solidaridad y transformación. En el corazón de este barrio, EMARGI continúa trabajando para garantizar que todas las mujeres tengan un lugar seguro y un espacio donde sus voces sean escuchadas, contribuyendo a la construcción de un futuro más justo y equitativo para todas.
El movimiento feminista vasco sigue creciendo, con sus raíces profundas en la historia de la lucha por los derechos de las mujeres, pero con una mirada firme hacia el futuro. Las mujeres de EMARGI, junto con sus aliadas y aliados, están construyendo un nuevo paradigma de resistencia y transformación. Su labor es un recordatorio de que, aunque el camino sea arduo, la lucha feminista es incansable, radical y, sobre todo, necesaria.
En un mundo donde la violencia machista y la explotación sexual aún persisten, EMARGI se mantiene firme, con la convicción de que es posible un futuro donde todas las mujeres puedan vivir libres de miedo, opresión y violencia. Su historia es un testimonio de lo que puede lograrse cuando la solidaridad, el compromiso y la acción feminista se unen para construir un mundo más justo para todas.
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