La prostitución es un tema que ha dividido opiniones en todo el mundo. Al estar estrechamente relacionada con cuestiones de género, derechos humanos, justicia social y salud, la discusión sobre cómo abordarla es profundamente compleja.
Hoy en día, existen dos posturas predominantes: la abolición y la regulación de la prostitución. Estos modelos reflejan no sólo distintos enfoques legislativos, sino también visiones opuestas sobre los derechos y la dignidad de las personas, en especial de las mujeres, dentro del sistema prostitucional.
Mientras que, grosso modo, el modelo abolicionista considera la prostitución como una forma de violencia de género y busca erradicarla, el regulacionismo defiende que la prostitución debe considerarse un trabajo y, en consecuencia, ser regulada por el Estado.
¿Qué postura se alinea más con tus ideas? ¡Sigue leyendo y saldrás de dudas!
¿Qué implica la regulación de la prostitución?
Como decíamos, la regulación de la prostitución considera que la prostitución es un trabajo y que debería reconocerse jurídicamente. En su caso, prioriza los derechos laborales sobre otro tipo de derechos fundamentales, como el derecho a no ser discriminada. En la práctica, lo que esto realmente significa es legitimar la explotación sexual y la violencia estructural contra las mujeres, pues supone normalizar la idea de que el cuerpo de las mujeres puede ser comprado y vendido, reforzando así las desigualdades entre hombres y mujeres y perpetuando dinámicas de poder y control.
Lo que realmente significa la regulación de la prostitución es legitimar la explotación sexual y la violencia estructural contra las mujeres, pues supone normalizar la idea de que el cuerpo de las mujeres puede ser comprado y vendido, reforzando así las desigualdades entre hombres y mujeres y perpetuando dinámicas de poder y control.
En definitiva, es una forma de institucionalizar el abuso que no solo no protege a las mujeres, sino que beneficia a proxenetas y traficantes, que pasarían a ser considerados “empresarios” en una industria legal.
Además, se concedería a los puteros una legitimidad para consumir los cuerpos de las mujeres que no les desean.
4 Consecuencias de la regulación de la prostitución
- Perpetúa la explotación
Al regular la prostitución como «trabajo sexual», el Estado (que se convierte en proxeneta mediante la recaudación de impuestos) legitima una actividad que, en la mayoría de los casos, es resultado de la coerción, la pobreza, y la falta de opciones reales para las mujeres. Esto normaliza la idea de que el acceso al cuerpo de una mujer puede ser adquirido, como cualquier otro producto en el mercado.
- Aumenta la demanda y la trata
En los países donde la prostitución se ha regulado, como en Holanda o Alemania, se ha visto un incremento en la demanda de mujeres prostituidas, lo que impulsa la trata de personas para cubrirla. Las mujeres en situaciones de vulnerabilidad extrema (migrantes, mujeres pobres, mujeres jóvenes) suelen ser las primeras en ser captadas para la explotación sexual en estos contextos.
- La regulación refuerza las desigualdades de género
La regulación convierte el cuerpo de la mujer en un recurso o mercancía, reforzando estereotipos y desigualdades de género. El regulacionismo deshumaniza a las mujeres y perpetúa un sistema patriarcal en el que los hombres pueden acceder a sus cuerpos a cambio de dinero, consolidando la idea de que los deseos masculinos son prioritarios.
- Genera precariedad y violencia persistente
La regulación no elimina los peligros de la prostitución, pues muchas mujeres continúan expuestas a violencia, maltrato y situaciones de alto riesgo. Las regulaciones suelen ser insuficientes para garantizar derechos laborales completos, lo que perpetúa la precariedad y la vulnerabilidad de las mujeres en situación de prostitución.
Como feministas abolicionistas, consideramos que el regulacionismo es una forma de institucionalizar el abuso y explotar las condiciones de desigualdad en las que viven muchas mujeres. Lejos de considerar la prostitución un “trabajo”, defendemos que esta es una de las formas más extremas de violencia contra las mujeres.
Así, la abolición es la única forma de erradicar esta violencia estructural, protegiendo a las mujeres y promoviendo políticas de apoyo, reparación y educación que ofrezcan alternativas reales.
Pero, ¿qué es la abolición de la prostitución? ¡Sigue leyendo!
¿Qué es la abolición de la prostitución?
La abolición de la prostitución se presenta como un modelo que prioriza los Derechos Humanos de las mujeres, sancionando la demanda sin penalizar a las mujeres en situación de prostitución.
En definitiva, el abolicionismo es un modelo feminista que busca erradicar la prostitución en tanto que forma de violencia machista, en lugar de considerarla una actividad laboral regular. El objetivo abolicionista es proteger a las mujeres, evitar la explotación sexual y reducir la demanda de prostitución a través de medidas que penalizan a proxenetas y puteros, mientras que las mujeres en situación de prostitución no son criminalizadas.
El abolicionismo es un modelo feminista que busca erradicar la prostitución en tanto que forma de violencia machista, en lugar de considerarla una actividad laboral regular. El objetivo abolicionista es proteger a las mujeres, evitar la explotación sexual y reducir la demanda de prostitución a través de medidas que penalizan a proxenetas y puteros, mientras que las mujeres en situación de prostitución no son criminalizadas.
En términos generales, el abolicionismo entiende la prostitución como una violación de los derechos humanos, especialmente de las mujeres y niñas, quienes constituyen la mayoría de las personas en situación de prostitución. En lugar de considerar la prostitución como un trabajo que debe ser regulado y legalizado, las feministas abolicionistas consideran que el Estado debe intervenir para erradicar la prostitución y ofrecer alternativas reales y dignas a quienes son vulnerables a caer en esta situación. Al igual con otras formas de violencia sexual, la responsabilidad del Estado en su prevención justifica la sanción a los puteros, entendidos como agresores sexuales cuyo uso de un billete no exime de su responsabilidad (en todo caso, lo agrava, al utilizar ese abuso de poder económico sobre las víctimas).
7 Medidas principales para la abolición de la prostitución
El enfoque abolicionista implica una serie de medidas y políticas públicas orientadas a reducir y finalmente eliminar la prostitución. A continuación, destacamos algunas de las principales:
- Despenalización de las mujeres en situación de prostitución: En el modelo abolicionista, las mujeres que se encuentran en situación de prostitución no son penalizadas ni criminalizadas. En lugar de eso, se busca que tengan acceso a servicios de apoyo, orientación y oportunidades para salir de la prostitución si así lo desean.
- Penalización de los puteros: Una de las medidas centrales del abolicionismo es la penalización de quienes compran “servicios sexuales”. La idea detrás de esta medida es reducir la demanda de prostitución, ya que sin “clientes”, disminuye la actividad y, con ella, la explotación sexual y la trata de personas.
- Penalización de proxenetas y terceros que se beneficien de la prostitución: El abolicionismo también busca castigar a quienes se benefician económicamente de la prostitución ajena, incluyendo proxenetas, traficantes de personas, y cualquier entidad que facilite o promocione la explotación sexual.
- Programas de apoyo y reinserción: El enfoque abolicionista incluye medidas de apoyo para ofrecer alternativas a las mujeres en situación de prostitución. Esto puede incluir programas de formación laboral, servicios de salud física y mental, asistencia legal, y ayuda económica para que puedan construir una vida independiente fuera de la prostitución.
- Campañas de sensibilización y educación: Para cambiar la percepción de la sociedad sobre la prostitución y reducir su demanda, los gobiernos que adoptan el modelo abolicionista suelen promover campañas de concienciación sobre la explotación sexual y la igualdad de género. El objetivo es hacer que la sociedad vea la prostitución no como una elección individual, sino como una forma de violencia y desigualdad de género.
- Formación de agentes clave: Se requiere desarrollar programas de capacitación y formación específicos que aborden de manera exhaustiva los aspectos legales, psicológicos, sociales y económicos de la prostitución y la trata de personas, con un enfoque particular en la identificación y el abordaje de las necesidades de las víctimas más vulnerables, como las mujeres migrantes en situación irregular.
- Investigación y recopilación de datos: Un enfoque abolicionista eficaz también requiere la recopilación y análisis de datos sobre el impacto de la prostitución y las causas estructurales que llevan a muchas personas, en especial mujeres, a esta situación. Esto permite que las políticas públicas se adapten y respondan a las verdaderas necesidades de las personas vulnerables.
Y si no te ha quedado claro aún… ¡Aquí van dos casos prácticos!
Caso práctico: la regulación de la prostitución en Holanda
La situación de las mujeres prostituidas en Holanda, donde la prostitución fue regulada y legalizada en el año 2000, representa un ejemplo de cómo el regulacionismo de la prostitución ha intensificado la explotación y la vulnerabilidad de las mujeres en lugar de reducirlo.
Aunque la regulación pretendía mejorar la seguridad y condiciones laborales de las mujeres en situación de prostitución, la realidad en Holanda ha sido otra.
La legalización de la prostitución ha normalizado la explotación sexual, consolidando una industria en la que el cuerpo de las mujeres es considerado una mercancía y, en muchos casos, creando un «mercado legal» para la trata de personas.
En los conocidos barrios rojos de ciudades como Ámsterdam, la violencia y la explotación siguen siendo comunes, mientras muchas mujeres, especialmente migrantes, trabajan en condiciones precarias, con pocos derechos reales y un acceso muy limitado a otras oportunidades laborales.
Para las mujeres en situación de prostitución, la promesa de seguridad y autonomía se ha quedado en el papel: la violencia de clientes, el control de proxenetas y el trauma psicológico son problemas que persisten y se invisibilizan bajo la fachada de un “trabajo legal”.
La demanda de prostitución ha crecido considerablemente en Holanda desde la legalización, lo cual ha provocado un aumento en la trata de personas para abastecer el mercado, cada vez más globalizado, que recibe visitas de turistas de todo el mundo.
La industria sigue atrayendo a mujeres jóvenes y a menudo pobres de otras partes del mundo, quienes enfrentan barreras de idioma, falta de apoyo y, en muchos casos, coerción por parte de proxenetas que se aprovechan de su situación vulnerable.
Aunque la prostitución es legal, la explotación y el abuso persisten, ahora legitimados por el Estado bajo un sistema que hace de la prostitución una opción «laboral» en lugar de combatir sus raíces: la pobreza, la desigualdad y la violencia machista.
Holanda no ha logrado proteger a las mujeres en situación de prostitución, sino que ha consolidado una industria de explotación que normaliza el acceso al cuerpo de las mujeres, perpetuando las desigualdades de género y ofreciendo a las mujeres pocas alternativas reales para salir de esta situación.
Caso práctico: la abolición de la prostitución en Francia
En Francia, donde se adoptó el modelo abolicionista en 2016, la situación de la prostitución ha cambiado con el objetivo de proteger a las mujeres explotadas y reducir la demanda de “servicios sexuales”.
La ley abolicionista francesa despenaliza a las mujeres en situación de prostitución, mientras penaliza a los puteros y a los proxenetas. Esta legislación tiene como fin desalentar la demanda y prevenir que la prostitución sea vista como un trabajo legítimo.
El enfoque en Francia es un avance hacia la protección de los derechos humanos de las mujeres, ya que desplaza la carga legal y social hacia quienes promueven o consumen la prostitución, en lugar de criminalizar a las personas prostituidas.
La ley incluye, además, medidas de apoyo y reintegración, tales como servicios de asesoramiento, programas de reinserción laboral y ayudas para vivienda y educación, con el propósito de ofrecer alternativas reales y dignas para aquellas mujeres que desean dejar la prostitución.
Un aspecto importante del modelo francés es su énfasis en la educación y sensibilización de la sociedad para reducir la demanda de prostitución y cambiar las actitudes hacia las relaciones de género, promoviendo la igualdad y el respeto.
Aunque el sistema aún enfrenta desafíos, como la necesidad de ampliar los recursos de apoyo y mejorar la implementación de la ley, Francia está avanzando hacia un modelo de protección de derechos y hacia una sociedad que no dependa de la explotación sexual.
En resumen, podemos considerar la experiencia abolicionista en Francia un paso hacia la erradicación de la prostitución como forma de violencia patriarcal, enfocado en proteger a las mujeres, reducir la explotación y crear oportunidades para salir de la prostitución mediante un enfoque de justicia social y derechos humanos.
Podemos considerar la experiencia abolicionista en Francia un paso hacia la erradicación de la prostitución como forma de violencia patriarcal, enfocado en proteger a las mujeres, reducir la explotación y crear oportunidades para salir de la prostitución mediante un enfoque de justicia social y derechos humanos.
Ante todo este análisis, no sé tu, pero nosotras lo tenemos claro: queremos construir una sociedad que priorice la dignidad y los derechos de las mujeres por encima de la legalización de prácticas que perpetúan la violencia y la desigualdad.
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