El psicólogo y sexólogo clínico Alejandro Villena reflexiona sobre los impactos psicológicos, emocionales y sociales de la pornografía, especialmente en las generaciones más jóvenes.
Alejandro Villena, psicólogo y sexólogo clínico, es un referente en la investigación de los efectos de la pornografía en la sexualidad y las relaciones humanas. En esta entrevista, reflexiona sobre las consecuencias psicológicas y sociales del consumo de pornografía, especialmente entre los más jóvenes, y propone alternativas para construir una sexualidad sana y empática.
Nos has comentado que cuando estudiabas sexología incluso se recomendaba la pornografía, ¿para qué?
En aquella época, algunos sectores de la sexología recomendaban la pornografía como una fuente de estimulación del deseo en parejas con problemas.
De hecho, siguen existiendo focos dentro de del mundo de la sexología donde hay un argumentario que dice que el ser humano necesita de ese material para estimular el deseo (para mí, una falacia absoluta).
Entiendo el contexto y en ese momento donde no se conocía el impacto que tenía la pornografía que se hiciera.
Sin embargo, hoy sabemos que este enfoque es un error. Aunque la pornografía puede activar el deseo a corto plazo, el impacto a largo plazo es devastador: legitima el uso del sexo como un producto y desconecta a las personas de lo que realmente significa la sexualidad, que es conexión humana, afectiva y corporal.
A día de hoy, tenemos suficientes pruebas científicas como para no hacerlo. Hay muchas otras formas de erotizar el deseo sin recurrir a la pornografía.
El sexo que tiene que ver con una conexión personal, relacional, humana, corporal, sentimental también, sensible de alguna manera y a mí me parece que es completamente contradictorio.
Recuerdo cuándo estuve con Amelia en uno de los podcast que ella decía “a ver si conseguimos erotizar la ternura”. Y me llamó mucho la atención. Nunca lo había escuchado con un mensaje tan claro.
Oímos este tipo de mensajes sociales, nos centramos en erotizar prácticas extremas, un material super intenso, cosas cada vez más alejadas de lo humano en lugar de centrarnos en lo que realmente es humano que tiene que ver con ese piel con piel, esa mirada, esa sensibilidad.
¿Cómo resumirías los efectos psicológicos y emocionales que tiene la pornografía estos efectos, sobre todo en los más jóvenes?
Yo siempre dejo claro que no hay pornografía sin consecuencias.
No hay pornografía sin consecuencias.
Para mí la pornografía es como una ruleta, vez entras en el primer vídeo ya empiezas en esta ruleta y te puede tocar cualquiera de los números, de las consecuencias.
Ya sea por la propia consecuencia que tiene la industria a nivel social, por la narrativa que construye del sexo, por cómo afecta a las mujeres de dentro… Y desde ahí pues vamos subiendo al impacto a la persona, a la adicción, etc.
Yo me centraría primero en cómo afecta al cerebro, especialmente el del o la adolescente cuyo cerebro es como un cuadro en blanco que todavía no se ha pintado y que las cosas que le van pasando en la vida a las personas, la familia, los padres, las madres… Van pintando en ese cuadro y van haciendo que se conviertan en una obra de arte o en una obra de destrucción.
La pornografía a día de hoy es parte de ese agente social que socializa, culturiza o pornifica en este caso a estos chicos y chicas.
En este cerebro lo que le va generando es una visión de sexo impulsivo, compulsivo, sin empatía.
“Solo pienso en mí” pero no hay un placer recíproco, no hay un placer compartido.
Es habitual que algunas mujeres te digan en consulta que su pareja es adicto al porno: “mi pareja se masturba conmigo, no tiene sexo conmigo”. Esa sensación de no “tenerme en cuenta” dentro de una relación sexual y “utilizarme” es fruto de ese cerebro pornificado.
El cerebro tiene dos partes: una que procesa las cosas y otra que procesa a las personas, por decirlo de alguna manera. Esa parte del procesamiento de cosas es la que se activa cuando hay un consumo repetido de la pornografía, es decir, mi empatía se va disminuyendo, mis neuronas espejo se van alterando, como se ha visto en resonancia magnética funcional, y va produciendo una visión distorsionada del sexo donde “me aprovecho de ti, no comparto contigo”.
El sexo tiene que ver con cuidar y compartir; el porno enseña a usar y desechar.
Ese cerebro lo que va generando es la dopamina. Somos dopadictos a un nivel de dopamina para el que no estamos preparados y nuestro cuerpo cada vez nos va pidiendo más cantidades para sentir los mismos efectos.
Lo primero es la tolerancia. Hay dos tipos de tolerancia en el porno:
- La tolerancia cuantitativa: En la que buscan más cantidad de vídeos y pasan más tiempo en ellos.
- La tolerancia cualitativa: donde buscan géneros cada vez más extremos, más intensos y van aumentando la violencia, las parafilias o las conductas más agresivas.
Eso va haciendo que su parte de delante del cerebro, que es como el director de orquesta del cerebro, el que planifica y organiza, se deteriore: el Córtex prefrontal.
Así, su capacidad de parar está deteriorada y hay una hiperactivación de las ondas cerebrales en esa parte del cerebro.
Cuando hay una adicción y cuando hay un consumo repetido de pornografía y los frenos del coche se van desgastando y van produciendo que los mecanismos neurocognitivos estén más dañados.
Esta es una de las consecuencias más graves de la pornografía y está cada vez más estudiada.
Fuente: CatholicLink
Y cuando utilizas estos datos y argumentos científicos, más allá del “es que a mí me gusta”, ¿qué argumentos recibes tú para defender la pornografía?
Pues cada vez se quedan más callados o calladas cuando hay más pruebas.
Porque la opinión es algo completamente válido pero no a todos los niveles y cuando hablamos de argumentos científicos, experiencia clínica, experiencia con pacientes, en talleres y datos estadísticos a través de metanálisis y de revisiones sistemáticas o los estudios longitudinales… No pueden argumentarlo con una opinión.
Es verdad que dentro del mundo científico sigue habiendo un debate: si es adictivo, compulsivo o impulsivo.
Evidentemente, no toda la pornografía le afecta a todas las personas por igual, cada ser humano es diferente, tenemos unos rasgos de personalidad, una historia, traumas o inseguridades vividas en la infancia y eso va a condicionar, como en cualquier otra adicción, pero eso no quita que la pornografía en sí misma sea un problema y no sea algo ni deseable ni recomendable ni fomentable.
Generalmente los que discuten a capa y espada es porque le interpela, porque le duele, porque claro, tengo que renunciar a algo.
El ser humano funciona por el status quo: es más fácil quedarme haciendo algo que me da algo bueno a corto plazo que cambiar algo que me requiere más esfuerzo aunque sea mejor a largo plazo.
El ser humano funciona por el status quo: es más fácil quedarte con algo que te da placer a corto plazo que cambiarlo, aunque sepas que a largo plazo es dañino.
Eso también se llama el efecto avestruz: me fijo en lo bueno pero escondo la cabeza ante lo malo.
Por suerte, diferentes colectivos de, además, diferentes formas de pensar en la sociedad, hemos hemos encontrado un acuerdo a la hora de hablar de la protección de los menores, del impacto de la pornografía y creo que estamos cambiando gracias a todo este trabajo, a todos estos podcast, a todos estos encuentros, conversaciones que tenemos.
La narrativa de la pornografía antes era tratarla como algo lúdico y entretenimiento. Ahora empieza a convertirse en una fuente de violencia, de machismo, en un reflejo de una sociedad con estos estereotipos de género, en algo más parecido a un tóxico que a una fuente de entretenimiento, a una adicción.
Y creo que eso bueno pues es fruto de todo el esfuerzo que ponéis y que ponemos en intentar defender nuevos argumentos y creo que creo que sí que está cambiando.
Vivimos en una sociedad pornificada
En la construcción de estos argumentos nosotras también utilizamos mucho la expresión de una cultura o una sociedad pornificada, que tú también lo mencionas mucho, pero para las que no lo tengan claro, ¿qué es una sociedad pornificada? ¿Qué supone?
Es algo que tiene mucho que ver con el marco social y cultural en el que vivimos: una cultura muy hedonista en la que solo importa el placer y el placer es el fin.
Para mí el placer es algo estupendo, el sexual también, pero el placer es una consecuencia, no un fin. Cuando se pone como fin, las personas dejan de importar, y es ahí cuando entra la instrumentalización, la violencia… Porque el fin justificaría los medios.
Hay que darle la vuelta: el fin es la persona y la relación entre esas personas y el placer será una consecuencia de que haya dos personas con una buena capacidad de comunicarse, de relacionarse, de cuidarse etc. No el hedonismo, el egoísmo, el narcisismo, el consumismo…
Vivimos en una sociedad en la que todo se ha convertido en un producto, las personas hemos pasado a ser un producto, a través de los likes. Nos aprueban o no nos aprueban, nos consumimos a través de las pantallas.
Sobre todo las mujeres, desgraciadamente, sois las que más perdéis en ese sentido y se ha convertido en un escaparate infinito de objetos donde la mujer está siempre disponible y presente para el placer del varón en esta cultura pornificada.
Eso manda un mensaje muy peligroso: “siempre que yo quiera, como hombre, y siempre que yo lo desee, tengo acceso a la sexualidad de las mujeres sin su consentimiento, sin su deseo, sin su reciprocidad”.
Cuanto mayor es el consumo de pornografía, más difícil es distinguir actos violentos de actos consensuados. La pornografía normaliza la violencia y perpetúa estereotipos machistas.
Si nos masturbamos cuando queremos, como queremos y donde queremos con un menú infinito a la carta, eso es una sociedad pornificada y eso replica ese patrón machista de estereotipos de género donde el hombre tiene la capacidad de tener a la mujer que quiera y la mujer siempre está a merced del hombre.
La investigación científica demuestra que cuanto mayor es el consumo de pornografía, más se tiende a la victimización o a la probabilidad de ser víctima. Les cuesta distinguir cuando reciben violencia o darse cuenta de que están en un acto violento a nivel sexual donde no hay ese consentimiento, consenso o reciprocidad porque han normalizado que se les use.
Evidentemente, veníamos de una sociedad muy conservadora con respecto a las relaciones sexuales y afectivas pero eso no significa que haya que disociarse del afecto.
Y creo que nos hemos ido al otro extremo donde, como tenemos miedo a que nos rechacen o nos hagan daño, o a ser vulnerables, lo que hago es protegerme.
¿Cómo me protejo? Activando mi “cerebro de cosa”, así es mucho más fácil usarte para el placer. Si yo activo mi cerebro de persona con empatía, es mucho más duro.
Al final es casi un sexo un poco psicópata, es como una especie de psicopatismo del sexo: “me disocio de mis mecanismos de empatía simplemente para usarte para obtener el placer”.
En tu consulta y con tus investigaciones, ¿has encontrado alguna diferencia sustancial a nivel generacional, más allá de que las redes o internet ha facilitado el acceso y eso lo ha normalizado todavía más?
Nos quejamos mucho de los jóvenes pero mi generación está también un poco perdida porque al menos los y la jóvenes están recibiendo ya información sobre la pornografía.
Es verdad que es evidente que el acceso masivo a internet a edades tempranas en una generación que le han dado en lugar de un chupete, un smartphone, es claro que va a dejar cadáveres por el camino: el cociente intelectual está bajando, no leen bien textos, tienen problemas de atención…
En la sexualidad también vamos a encontrar que su cociente sexual está disminuyendo y claramente ese acceso temprano es un cambio generacional brutal.
Yo no tuve un smartphone hasta los 20 años, entonces tengo 20 años de madurez cerebral, de desarrollo natural y progresivo de la sexualidad, acorde al momento evolutivo en el que yo estaba.
Por otro lado, las generaciones anteriores no han hecho una autocrítica o no han tenido educación afectivo-sexual con respecto a la pornografía.
Pero no podemos pasar por alto que los chicos y chicas jóvenes hoy en día han tenido un acceso muy temprano y la huella sí que es muy dura.
Ahí están esas experiencias de violaciones grupales entre menores… La fundación ANAR ha recibido un 50% más de llamadas de ayuda por violencia sexual entre menores en el último año, en 2023. Casi el 20% de los chicos ha tenido algún tipo de disfunción eréctil, consumo de Viagra masivo, contagios de enfermedades de transmisión sexual, una de cada 10 chicas no llega al orgasmo…
Es paradójico porque, a pesar de ser una sociedad con mucha “libertad sexual”, no la estamos viviendo bien.
Decía Víctor Frankl que al lado de la estatua de la libertad habría que construir la de la responsabilidad. Yo añado también la de la afectividad: libertad sin responsabilidades, sin afectividad, no es libertad, es caos, es anarquía sexual y la anarquía sexual, un subjetivismo donde solo importa mi percepción sobre lo que está ocurriendo no es bueno porque en lo que convierte es en un individualismo sexual que nos anula como sociedad colectiva y que no piensa en el bien del resto.
La libertad sin responsabilidades, sin afectividad, no es libertad
Y es que a los chavales les podemos encerrar en un centro educativo y sí o sí tienen que escuchar, pero a los adultos, los responsables de educarlos son los medios y los y las periodistas, porque son quienes tienen capacidad de moldear esa opinión pública. Necesitamos buscar la forma de llegar a estas personas porque, incluso cuando son padres y madres de los chavales de los centros educativos, nos cuesta mucho que se comprometan y que estén dispuestos a escuchar. No sé si tú has encontrado esa resistencia a incluso hablar del tema en personas más adultas.
Sí, de hecho lo dicen los datos: cuando un 97% de varones está viendo pornografía antes de los 18 años, solo el 13% de su familia considera que puede ver porno ( y con las chicas es más o menos similar).
Hay una brecha generacional de conciencia, yo lo entiendo: pensar que tu hijo o tu hija con el pelito para el lado supermono o supermona de 9 años, va a estar encontrándose pornografía es aterrador.
Cuando doy talleres en primaria me da una pena cuando veo a esos chicos y chicas que saben ya lo que es la pornografía…
Pero desgraciadamente también les hemos dado un móvil con los 9 años, entonces tenemos que ser consecuentes y si tienen acceso a la tecnología este es uno de los riesgos.
Entonces hay un cambio radical: la familia no tiene herramientas.
Porque para buenos modales en la mesa, para estudiar, todos tenemos el modelo de nuestros padres, de nuestras madres, pero en este sentido no tenemos un ejemplo y por eso es tan importante que se formen, que se informen, sensibilizar, dar conciencia, de alguna manera.
Hace poco hemos sacado una guía para familias, para profesorado, todo el trabajo que hacéis de sensibilización, de campañas en los ayuntamientos…
Todo este trabajo es fundamental para las familias.
Volviendo un poco a los efectos y al tema de la adicción, me gustaría que nos contaras qué señales pueden indicar que haya adicción a la pornografía o cuáles son los indicadores digamos que que nos pueden alertar.
Lo primero que cabe preguntarse es si lo puede dejar o no. ¿Has intentado estar un mes sin ver pornografía?
Porque a lo mejor llevas 10 años de tu vida viendo pornografía todos los meses y puede que no lo hagas ni de forma compulsiva ni todos los días pero ¿te has cuestionado que está muy presente en tu vida?
Y otra pregunta que que a mí me parece interesante es ¿cuánta parte de tu sexualidad tiene que ver con la pornografía? Porque igual también tienes que cuestionarte eso o trabajarlo o reconstruirlo, desaprender un código y aprender uno nuevo.
Luego hay señales en la persona, con respecto a las pantallas o con respecto a la pornografía que nos pueden servir de indicativo:
- ¿Pasas más tiempo del que te gustaría con la pornografía? ¿La pornografía te quita tiempo de otras áreas de tu persona? ¿De tu vida familiar? ¿Laboral?
- ¿Afecta a tu sexualidad?
- ¿Estás más irritable? ¿Más impulsivo?
- ¿Duermes peor por la noche?
- En el caso de los chicos y chicas jóvenes, baja su rendimiento académico porque eso les afecta a sus funciones.
- Sientes que la pornografía te controla, no tu a ella.
- A veces hay un lenguaje muy sexualizado, una mirada pornificada. Recuerdo algún chico que me decía: “es que yo cuando veo a las mujeres veo a cuerpos con los que poder acostarme, no veo a personas”. Y de alguna manera hay un perfume en tu vida, que gira en torno a eso y el cerebro busca señales para lo que considera que es evolutivamente deseable y la pornografía engaña ese sistema evolutivo de recompensa y va buscando únicamente esas señales pornificadas, alterando esa visión. Eso se ha demostrado en estudios neuro-psicológicos.
Todo esto nos iría diciendo que ya no es un primer contacto o algo esporádico sino que empieza a ser ya un problema clínico.
Por lo que hemos visto también el consumo excesivo o compulsivo de pornografía lleva también a una preferencia por el contenido virtual frente a la persona. ¿Cómo ocurre esto y qué supone?
Sí, hay algunos estudios muy interesantes con PACE análisis, que son como se entienden diferentes variables estadísticas y lo que se ve es que el cuerpo se va acostumbrando a masturbarse con la pornografía.
Cuando me estoy masturbando con la pornografía, voy haciendo una comparativa del sexo en la vida real con el sexo pornográfico donde el sexo en la vida real pierde porque es menos cómodo, menos rápido, menos a la carta… Mucho más potente, evidentemente, pero claro, las cosas buenas en la vida requieren esfuerzo, un esfuerzo emocional, un esfuerzo conductual y físico, en este caso.
Entonces eso va haciendo que uno se acomode y que el cuerpo vaya eligiendo más un estímulo rápido a la carta (“yo, yo” y “ya, ya”).
Es más fácil pedir comida basura que hacerte un buen costillar al horno, con salsa barbacoa y unas patatas ahí doraditas al horno. Es de mucha más calidad, pero requiere de más esfuerzo.
Eso va haciendo que la dopamina te vaya volviendo de alguna manera dependiente, te va generando esa necesidad de buscar descargas muy intensas y te vas acostumbrando a ello. Eso también tiene que ver con la dependencia y con la tolerancia y entonces el sexo en la vida real ya no es tan excitante, ya no me seduce tanto y al final la adicción te va atrapando.
Eso va haciendo que la dopamina te vaya volviendo de alguna manera dependiente, te va generando esa necesidad de buscar descargas muy intensas y te vas acostumbrando a ello.
Has comentado que la pornografía nos lleva a prácticas cada vez más extremas. ¿Crees que existe una relación entre el consumo de pornografía y el aumento de conductas sexuales de riesgo o violentas?
Rotundamente, sí.
Lo único es que eso no significa que toda conducta violenta o todas las “manadas” o violaciones grupales se expliquen por la pornografía.
Nosotros hemos hecho una revisión sistemática en 2023 donde hay una relación en estudios transversales y longitudinales con el aumento de las creencias donde se considera que la mujer es un objeto, donde se la instrumentaliza, donde hay mayores estereotipos de género, mayor probabilidad de victimización en las mujeres, hay mayor sexismo hostil hacia las mujeres por parte de los hombres…
Luego a nivel de conductas, hay mayor interpretación de violencia, hay una desconexión empática, los centros de la empatía a nivel cerebral están alterados.
Por tanto, sí hay una relación. Evidentemente, también hay otras variables que están en juego: si yo además soy un chico impulsivo, si tengo ya un modelo machista a la hora de entender las relaciones entre hombres y mujeres, si tengo hostilidad, si he recibido violencia o trauma en mi infancia… Esto aumentará la asociación.
Pero sabemos que hay una relación entre estas dos variables en estudios longitudinales y en meta-análisis y además también con las conductas sexuales de riesgo. Hace dos meses se ha publicado y es parte de mi tesis doctoral un estudio en el que hemos visto que en adolescentes, chicos y chicas de 12 a 18 años, a mayor consumo de la pornografía mayores conductas sexuales de riesgo, sobre todo en chicos.
Hemos visto que en adolescentes, chicos y chicas de 12 a 18 años, a mayor consumo de la pornografía mayores conductas sexuales de riesgo, sobre todo en chicos.
También aumenta esa asociación cuando son chicos homosexuales por esa desinformación que tienen sobre su vivencia de la sexualidad. Se ve que el uso del preservativo es mucho más irresponsable, el preservativo masculino, evidentemente, porque no hay ningún otro tipo de de preservativos o de métodos anticonceptivos representados en la pornografía.
Además tienen más tendencia a tener conductas sexuales bajo los efectos del alcohol y de las drogas porque buscan un sexo más extremo porque para utilizar a la otra persona tengo que anestesiarme y tengo que anular mis capacidades de sensibilidad.
Si yo estoy bajo los efectos de la droga o del alcohol es más fácil instrumentalizar al otro.
Incluso ahora, en 2024, se ha publicado un estudio en el que se ve que hay mayores niveles de infidelidad en las personas que consumen más pornografía porque se acostumbran a esa novedad constante y les cuesta mantener una relación donde puede haber cierta lealtad o compromiso o unos códigos de respeto o de fidelidad.
La pornografía es violencia en sí misma porque utilizar el cuerpo de las personas a merced y al gusto de cualquiera. Es violencia, porque la industria es violenta, porque las mujeres que están ahí sufren violencia, pero ya solo el hecho de representar a personas y lucrarse a través del sexo de alguien es violencia.
La pornografía es violencia en sí misma porque utilizar el cuerpo de las personas a merced y al gusto de cualquiera.
Y ante todo esto, ¿es la solución tener un “porno feminista”?
Para mí es que son antónimos y esto es un oxímoron, es una falacia porque ¿qué significa que exista un porno feminista? ¿Eso quién lo dicta?
O sea, ¿yo monto un restaurante de comida basura y le llamo comida healthy? ¿Quién certifica que ese porno es feminista? ¿Está el Ministerio de igualdad con doctoras en género certificando que cada escena cumple con unos criterios?
Si fuera así, oye, yo me echaría para atrás y no tendría nada que decir porque estaría certificado por una doctora en género y en feminismo, pero eso, como te puedes imaginar, no es así.
Cuando tú pones “porno feminista” en Pornhub y te aparecen directoras como Erika Lust. Eso ya es una contradicción porque que Erika Lust, que supuestamente es feminista, esté en Pornhub, donde han retirado el 80% de sus vídeos por tráfico de mujeres y niñas, según TrafficingHub y el informe que salió en New York Times.
Es una contradicción que Erika Lust, que supuestamente es feminista, esté en Pornhub, donde han retirado el 80% de sus vídeos por tráfico de mujeres y niñas.
Dudo que una una mujer realmenre feminista quiera estar en un entorno de explotación de niñas y mujeres. Eso ya me llama la atención.
Cuando vas a a la productora de Erika Lust, ves que el CEO es un hombre. ¿Erika simplemente es la cara visible de esto y detrás vuelve a haber una industria de hombres que se aprovechan de estas mujeres? No lo sé, preguntas que lanzo al aire.
¿Es feminista? La gran mayoría de vídeos son de mujeres, no de hombres, entonces tampoco hay una equidad entre los sexos.
¿Cuántos hombres ven porno feminista y pagan por ello? No sé, haz una encuesta, ve a la calle y pregúntale a 10 tíos o a 50 tíos si ven porno feminista.
Te aseguro que ninguno ve ese tipo de porno, por tanto, tampoco parece que esté siendo una realidad.
No existe ningún estudio que diga que la pornografía feminista ayude a la sexualidad de las personas. El único que hay sobre Taormino, que es otra directora, dice que no ayuda y que no tiene ningún efecto positivo: es el único que hay en en PudMed publicado y es un estudio bastante malo, metodológicamente hablando.
No, no existe el porno feminista, es una forma de lavar la cara, de legitimar una industria que es lo más contrario al feminismo y creo que es un peligro intentar ir tirando por ahí como un argumentario para defender el erotismo.
Si es que el porno no nos hace falta, si es que el ser humano ya tiene el sexo y el sexo es estupendo: es creativo, es placentero, es divertido, es lúdico, es conexión, es humano, es sensible, es cariño, es afecto, ¡es todo!
Esto es una industria más que forma parte de la industria de consumo de personas y nos han vendido la moto y se la hemos comprado. Solo quiere generar dinero.
Oye, ¿que dentro de 200 años profesionales de la salud, de la sexología, de la psicología y de la medicina generan un material para que las personas puedan aprender sobre sexualidad y eso se revisa en ensayos clínicos y en medidas pre-post y se ve que es mejor que cosas que no sean explícitas? Pues ahí otra vez me echaré para atrás y diré que es estupendo y me parecerá fenomenal.
A día de hoy eso no es una realidad y el ser humano no necesita de lo explícito.
O sea, el sexo no tiene que ver con hacer cosas, tiene que ver con sentir cosas: hay que educar en competencias a las personas para que luego aprendan y descubran.
El sexo se descubre en relación, en comunicación con el otro, en en un espacio de seguridad donde yo me permito explorar.
Yo lo que tengo que enseñar es que a las personas que se relacionen sexualmente generen esos entornos de seguridad donde yo me pueda abandonar para disfrutar y ahí puedo ser creativo, mi mente está en un modo flow donde puede crear, fantasear y disfrutar donde puede aprender donde puede conectar con la otra persona.
Hay que entrenar esas competencias, no crear pornos alternativos. Como dice Lluís Ballester, hace falta una alternativa al porno, no un porno alternativo.
¿Tú trabajas eso en tu consulta, en tus investigaciones? ¿Una propuesta de sexualidad no basada en lo que nos dicta el porno?
Estamos en ello, yo diseñé un concepto en mi libro que yo le llamo “el sexo altamente sensible” y para mí simplemente no es ningún descubrimiento, es cultivar la sensibilidad de las personas que tiene que ver con la empatía, con el cariño, con aprender a apreciar las emociones que tiene el otro, entrenar esa capacidad de ponerme en tus zapatos, comunicarte una autoestima sana, una aceptación del propio cuerpo.
Esas competencias, que ya las trabajamos en inteligencia emocional o social, en talleres de habilidades sociales emocionales, creo que es la clave y la gran vacuna.
Ahora estamos haciendo una investigación con un panel Delphi, preguntando a diferentes expertos y expertas del mundo sobre qué incluirían en una educación afectivo-sexual.
También he estado preguntando a chicos y chicas de 12, 14, 16 y 18 años, profesorado y familias para intentar hacer un mapa de competencias donde podamos dar, al menos, un dictamen de cosas o un decálogo de ideas para desarrollar estos programas.
En consulta, trabajamos sobre un reaprendizaje de la sexualidad a través de la focalización sensorial, del mindfulness, de la atención plena, de la comunicación, del entrenamiento en el deseo, la fantasías, el erotismo de todos los sentidos, para reaprender una nueva sexualidad en cada proyecto de cada persona que viene a consulta, que es diferente.
Hay vida más allá del porno
Más allá también de las campañas de prevención y sensibilización, ¿qué papel crees que deberían jugar las instituciones? ¿Crees que se tiene que legislar de alguna manera? Ha habido un conato de legislación: la identificación de menores en el acceso a ciertas páginas. No sé si lo ves factible, útil o tienes alguna otra propuesta.
Bueno, se está trabajando en ello.
Yo formo parte del grupo de 50 expertos que estamos asesorando al gobierno en esta cuestión. Hemos terminado un informe que se publicará en unos meses, se hará público.
Siento que debe ser como una orquesta: no solo vale con los instrumentos de percusión, necesitamos todos los instrumentos.
Entonces el Estado puede hacer de director de orquesta, pero necesitamos colaborar con la industria, sancionar a la industria si no cumple, trabajar a nivel tecnológico, también con dispositivos adaptados a las edades, trabajar con la tecnología en el ámbito educativo, desarrollar planes formativos en las escuelas que estén coordinados con servicios de investigación y clínicos que den un aval científico de lo que se hace porque a veces se hacen cosas con muy buena intención que pueden ser contrapreventivas.
Y tenemos que tener ese aval y profesionales formados en ese sentido, tenemos que abordar a la familia en la educación, etc.
Y sí, está bien que haya un certificado digital para proteger a los menores al igual que no entran en las casas de apuestas o no se les vende alcohol, pero no solo eso.
Si lo orquestamos con todos los instrumentos, probablemente podríamos hacer un plan de protección del menor en internet muy grande y muy interesante que no va a solventar todos los problemas (adicciones va a haber siempre, pornografía va a haber siempre) pero sí controlar un buen acceso para, sobre todo, los y las preadolescentes.
Conseguiremos que no accedan a ello y les educaremos en esos años de desarrollo cerebral, seguro que conseguiremos un montonazo de cosas.
Habrá personas que se generarán adicción, al igual que hay familias destrozadas por la cocaína, por el cannabis o por el alcohol, pero cada vez hay más protección, más cuidado, más sensibilidad, más mensajes sociales de “ojo, cuidado, que esto te puede llevar a un peligro”.
Te voy a dejar cerrar haciendo un llamamiento a quienes quieran contactarte para que les des ese puente tendido por donde te parezca.
Lo primero, gracias por el espacio. Yo tengo una cuenta en Instagram, que es donde suelo divulgar, que es Alejandro Villena psicología y ahora hemos lanzado un proyecto nuevo, que se llama Piénsatelo Psicología, que es un proyecto de salud mental con la idea de hablar de cuestiones sociales que nos preocupan de adicciones comportamentales.
De pornografía pero también de violencia, de toda la cuestión de alteración de la percepción del cuerpo, a través de los filtros de Instagram, redes sociales, apuestas y un montón de cuestiones que nos importan porque pensamos que hay que pararnos a pensar y a reflexionar sobre cosas que se dan por sentadas en la sociedad que a lo mejor pues no están siendo tan buenas.
Así que, si quieres seguir a “Piénsatelo psicología”, también tenemos ayuda online: tengo a tres psicólogas y a un psicólogo estupendo que trabajan conmigo, que se están especializados en diferentes materias y que intentamos ofrecer ayuda tanto a jóvenes como a adultos sobre adicciones y problemas de salud mental, así que, si quieren escribirme, ahí me tienen y me pueden encontrar. Y si no, seguro que nos cruzamos en algún evento, en alguna conferencia y será un placer pues cualquier cosa que necesitéis.
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