Patricia de Santisteban

Patricia de Santisteban: “Hay una cantidad inmensa de mujeres que han sufrido violencia sexual y no lo saben, y hombres que la han ejercido y tampoco lo saben”

Hablar con Patricia de Santisteban, autora de «El mito de la violación. La Bella Durmiente nunca fue una historia de amor«, ha sido una experiencia reveladora. En su libro, Patricia desmonta las creencias y relatos que perpetúan la violencia sexual, desafiando las narrativas tradicionales que normalizan la agresión y culpabilizan a las víctimas.

Durante la hora y media que compartimos con ella, profundizamos en los mitos más arraigados, hablamos de cómo se construyen estos relatos y, sobre todo, de qué herramientas necesitamos para combatirlos desde el feminismo.

En el episodio 5 de Radikalmente Libres te traemos algunos de los momentos más impactantes de esta conversación, pero había tanto contenido imprescindible que no podíamos dejarlo ahí. Por eso, aquí compartimos las frases más destacadas de Patricia y contenido exclusivo que no entró en el episodio.

Prepárate para repensarlo todo y cuestionar lo que creías saber sobre la violencia sexual.

“El libro surgió como una idea hace muchos años, cuando comencé a trabajar con agresores sexuales en prisión. Recuerdo que me impactó muchísimo la “normalidad” de estas personas. Siempre lo definí como la normalidad que asusta”. 

“Cuando empecé a trabajar específicamente con agresores sexuales, descubrí patrones que contradecían todas mis ideas preconcebidas. Eran personas de toda clase, edad y condición social. Me costaba creerlo, pero tanto mi experiencia como la investigación científica apuntaban en la misma dirección”

“Había días en los que no podía comer; era demasiado. Sin embargo, siempre pensaba que para entender cómo funcionan ciertas dinámicas, necesitamos escucharlas y darles un espacio. Por desagradable que fuera, sabía que no estaba ahí por morbo, sino para analizar cómo estas personas perciben lo que han hecho. En muchos casos, las acciones más graves de violencia psicológica o sexual, especialmente hacia menores, ni siquiera aparecen reflejadas en los hechos probados de los juicios. Esa invisibilidad hacía que mi trabajo de comprensión fuera aún más importante. Con los años, trabajar en prisión me ayudó a acostumbrarme a hablar de temas muy escabrosos. Ahora, aunque ya no me dedico exclusivamente a agresores sexuales, sigo viendo muchas historias relacionadas con violencia sexual en mis pacientes, especialmente aquellas que están relacionadas con el consumo de sustancias. Es interesante también cómo algunos pacientes, en el proceso terapéutico, empiezan a darse cuenta de que han sido agresores. Este tipo de revelaciones son muy complejas, pero también fundamentales para su cambio y comprensión”

“Cuando alguien dice: «Pero ella había bebido», es como: “Pero ¿Tú violarías a una tía que ha bebido? ¿Sabes por qué? Porque estás utilizando una justificación que los agresores también utilizan. Eso tenéis en común. Pero, ¿tú lo harías?». O “es que iba borracho». Tú, borracho, ¿violas?” 

“Cuando tú intentas cuestionar eso, cuando dices: «¿Qué más da que bebas o hagas tal?». De hecho, se hizo esta campaña que decía: «Sola, borracha, quiero llegar a casa». Y empezaron a decir en los medios: «Las mujeres ahora quieren emborracharse y llegar solas a casa». Era como: «A ver, señores, por favor. No queremos eso. Lo que queremos es que no se ponga sobre nosotras el foco cuando hay comportamientos que no son impolutos». Porque a ningún hombre que se pille un ciego, nadie le dice: «¿Pero iba borracho? ¿Iba solo por la calle? ¿No había ninguna mujer acompañándole?». Esto es lo que Rita Segato decía: «Aparece una persona que ejecuta ese disciplinamiento, que nos sirve a todas para coger miedo». Es un poco lo que pasaba con el caso de las niñas de Alcàsser, que hubo un miedo inmenso. Entonces, ¿eso qué hace? Que se prevenga más a las mujeres, que se les diga que tengan más cuidado”.

“Normalmente el agresor no entiende muy bien por qué ha llegado a agredir sexualmente […]. Normalmente tiene que ver mucho con una desregulación emocional. Lo que yo más he visto tiene que ver con el enfado también. ¿Por qué un tío pega a otro por la calle cualquier día? Pues es un poco más eso. No es que tenga ganas de tener relaciones; no es eso”.

“Muchas veces lo que hay que entender es cómo estaba la desorganización de la vida del sujeto y cómo, en algún momento, pudo valerse de la utilización del poder sobre otra persona. También te digo, dentro del propio hogar, o dentro de las relaciones más cercanas, en ese momento donde una persona no está manejándose bien en su vida, de repente tiene ahí un lugar donde es muy fácil dar la vuelta a un poder y sentirse sujeto. 

Hay una cantidad inmensa de mujeres que han sufrido violencia sexual y no lo saben, y hombres que han ejercido violencia sexual y tampoco lo saben. Esto también nos ayuda a aterrizar un poco en la realidad. Pero claro, es que solo hay que irse un poco para atrás en la historia. Las mujeres eran una clase distinta: no tenían acceso a los mismos derechos, a la educación, al dinero, a un montón de cosas. El tema es que estaban para servir, y una de las formas de servir de las mujeres era la sexual. Cuando dicen que la prostitución es el trabajo más antiguo del mundo, en realidad es la esclavitud más antigua del mundo […] Lo que me importa es que aquí el debate es: ¿por qué tú quieres tener sexo con mujeres que no te desean? ¿Por qué crees que puedes? ¿Por qué te quieres meter dentro del cuerpo de una mujer que no está queriendo, deseando tener esa relación contigo?”

Cuando dicen que la prostitución es el trabajo más antiguo del mundo, en realidad es la esclavitud más antigua del mundo .

“Este tema de que hay mujeres a las que se puede agredir y mujeres que no, ¿no? La buena y la mala mujer. Ya solamente el mantenimiento de ese esquema es problemático. Primero, porque obviamente a las mujeres que consideres malas vas a disciplinarlas o a sentir que puedes hacerlo, ¿no? Porque tú no eres malo; las malas son ellas”

“Creo que perfiles no hay. Creo que es el general: hombre. Un hombre que se encuentra en una relación de desigualdad de poder. El factor más importante no es en sí mismo el ser hombre, sino ser hombre con poder”

“Una cosa que sí que me llamó mucho la atención cuando analizaba los hechos probados de las condenas durante la tesis, es que… pues el tema de todos los abusos que había, por ejemplo, a hijastras, ¿no? Y que eso sí que se corresponde con el porno, que aparece mucho esa parte. E incluso esa parte de porno como castigo… […] la pornografía crea y recrea. O sea, al final el imaginario utiliza la pornografía, pero la pornografía tiene posibilidades infinitas que siguen aumentando”. 

“En prisión he tenido mujeres que habían sufrido unas violencias impresionantes y no eran conscientes. ¿Por qué? Porque no era un desconocido por la noche, porque era su pareja… Porque su pareja las había violado, pero de las maneras más atroces, y ellas no eran conscientes. Entonces, ese 20% (de mujeres que habían sufrido abuso sexual en la infancia) yo creo que se va bastante más arriba. El tema es que, si además nos vamos a las mujeres en prostitución, los porcentajes estos no sé, eran como del 90%, decían. Yo creo, la verdad, sinceramente, del 100, pero eran como del 90% que ellas lo sabían. Y además, la violencia sexual sufrida era de mucha mayor intensidad, y también había una mayor proporción de incesto y de incesto directo. O sea, había un nivel de traumatización mucho, mucho más elevado en todos los niveles”.

“Si tú aprendes que el afecto tiene que venir vinculado al sexo o incluso el conseguir cosas, el cubrir necesidades básicas va aparejado con el que tienes que tener relaciones sexuales o con que hay una persona que está invadiendo tu cuerpo pero luego te satisfaces otras necesidades es como que hay una vinculación muy compleja que tiene que ver con que yo para conseguir moverme en el mundo necesito utilizar lo que yo tengo y lo que yo tengo yo tengo esto (señala su cuerpo)”.

“El cuerpo de las niñas es invadido constantemente, o sea, cuando los niños y las niñas son pequeños, se les invade, se les da besos, se les coge. A medida que los niños van creciendo, ya se les deja más espacio, pero a las niñas se las sigue invadiendo. […] Todo es referencial hacia su físico. Entonces, hay una invasión constante de los límites de las niñas. Una niña, por ejemplo, de 14 años, que todavía no puede consentir sexualmente, vemos constantemente que, cuando hay violencias sexuales hacia niñas de esta edad, de repente se dice que era muy madura. […] No somos más maduras. Estamos mucho más encorsetadas y eso se confunde muchas veces con madurez. 

El mito de la violación en investigación se llama el mito de la violación real. A las características que tiene que tener: un desconocido por la noche, armado, peligroso, o tal; una víctima que se defiende sin cesar, etcétera. Pero es que ese mito también dice cosas de cómo tiene que ser el agresor y de cómo tiene que ser la víctima. Y eso es lo más peligroso de todo, porque, ¿cómo es el agresor en el mito? Es un loco, un enfermo, un tío que no razona… Yo no conozco a tíos así, ni en la cárcel. Entonces, ningún tío va a entrar ahí. ¿Y cómo es el mito de la víctima? Una buena mujer abnegada que ha luchado en ese momento, ha luchado mucho, inmediatamente se ha ido a denunciar, está llorando, está súper mal, no se va a recuperar, no puede hacer vida normal…”

“Con los hombres nos encontramos muchos que también se preocupan y tal pero les cuesta más empatizar lo hacen más desde esa incomodidad de gestionarse con el propio malestar de si le pasa algo a las mujeres que están a su alrededor y a las mujeres que quieren, pero no tanto desde la conexión con el “yo te sostengo si te pasa algo”. Es más el incluso “yo te rechazo cuando te pase algo”, “no vengas luego a mi si te pasa algo” o “si vienes a mí no respondo” y entonces me voy allí y es como vale si te vas allí y te meten preso porque haces lo que sea ella sigue siendo vulnerable, no hay un acogimiento y además me da igual lo que ella quiera o no quiera. Esto lo hago por mí,  por como yo no me gestiono”.

“Es curioso porque es como cuando dicen: «No, porque los hombres se suicidan mucho más”, y entonces, ya en su cabeza, entras y se olvidan porque las mujeres les dejan, les quitan los hijos, ¿no? Y es como: no, se suicidan mucho más, matan mucho más. De hecho, esto está muy relacionado con el tema laboral, con el tema de dejar de poder ser esa persona que provee, etcétera. El tema es que es curioso que, en lugar de decir: «Oye, hay un problema porque hay muchísimos hombres que matan a hombres», claro, ahí es como si nos estuviéramos señalando a nosotros mismos y tuviéramos que hacer autocrítica. Entonces, ¿qué pasa? Que hay un «nosotros frente al otro». Si tuviera hijos, me preocuparía muchísimo, pero no estamos en esas. ¿Por qué? Porque si estamos en esas, tienes que empezar a hacer autocrítica y a cuestionarte la conducta de los hombres. Entonces, hay una parte ahí de «yo, mi libertad, no me la toques».”

“Si quieres debatir, escucha primero si hay alguien que sabe más que tú porque tiene más información, o pregunta, fórmate, aprende. Y, en todo caso, lee a la gente que piensa distinto. No buscamos adoctrinar de una forma u otra. Hazte preguntas, escucha posiciones encontradas, distintas…”

“Me da igual que digan «no todos los hombres», pero todas las mujeres tenemos ese miedo. Este tema es lo suficientemente importante como para que le demos un espacio”

Este contenido ha sido posible gracias a la colaboración de:

Ministerio de Igualdad