- El Proyecto Social Emargi lanza un estudio basado en datos científicos, testimonios de expertos y encuestas a jóvenes estudiantes sobre las consecuencias alarmantes que la pornografía está teniendo en la juventud.
- Por ello, la asociación ha desarrollado una Campaña Integral que ya está marcando la diferencia en centros educativos, dotando a la población joven de las herramientas necesarias para navegar en un mundo digital que normaliza la violencia y la explotación.
El Proyecto Social Emargi, la asociación para la emancipación de mujeres y niñas, alerta sobre las consecuencias alarmantes que la pornografía está teniendo en la juventud, desde la normalización de la violencia sexual hasta su impacto en la salud mental y emocional.
En su reciente estudio, basado en datos científicos, testimonios de expertos como el psicólogo Alejandro Villena o el sociólogo Lluís Ballester, y encuestas a cerca de 300 jóvenes estudiantes de tres centros educativos de Bizkaia, destaca la urgencia de abordar este fenómeno desde la prevención y la educación.
Las consecuencias devastadoras de la pornografía en adolescentes y jóvenes
De acuerdo con el estudio del Proyecto Social Emargi, el consumo de pornografía, cada vez más accesible desde edades tempranas (uno de cada cinco chicos ha accedido antes de los 10 años) está dejando una huella profunda en la población joven:
- Efectos en la percepción de la sexualidad y comportamientos violentos: según el análisis de profesionales como Lluís Ballester, este fenómeno está vinculado a la normalización de estereotipos de género, la objetificación de las mujeres y la adopción de actitudes agresivas. Además, se asocia con la aceptación de prácticas sexuales arriesgadas y la replicación de comportamientos vistos en la pornografía. Ballester también destaca que la pornografía violenta contribuye a la agresión sexual y a la desensibilización hacia las víctimas. Esto afecta negativamente las relaciones y la percepción de la sexualidad.
- Impacto en la empatía y el desarrollo moral: El consumo frecuente de pornografía entre jóvenes está vinculado a problemas de autoestima, ya que genera comparaciones negativas con los estándares ideales mostrados en los contenidos. Estas imágenes pueden crear expectativas irreales sobre el cuerpo y el rendimiento sexual, lo que aumenta la insatisfacción corporal. Además, puede generar ansiedad social y sexual, dificultando las relaciones interpersonales reales, y fomentar un déficit de habilidades emocionales y de comunicación. Los y las jóvenes pueden sentir inseguridad en situaciones reales, lo que incrementa la frustración y el aislamiento.
- Desarrollo de conductas adictivas: puede llevar a la adicción, afectando negativamente el rendimiento académico y las relaciones sociales. Además, puede generar una necesidad constante de experiencias sexuales más extremas, lo que aumenta el riesgo de involucrarse en comportamientos peligrosos.
- Dificultades en la comunicación y el consentimiento: puede dificultar el desarrollo de habilidades comunicativas efectivas y asertivas en los y las jóvenes, ya que a menudo presenta una comunicación sexual mínima y poco clara. Además, la representación de la sexualidad en estos contenidos puede generar una comprensión distorsionada del consentimiento, normalizando situaciones en las que este se ignora o no se presenta de manera explícita.
“Un problema estructural que no podemos ignorar”
El Proyecto Social Emargi subraya que el consumo de pornografía no es solo una cuestión individual, sino un problema social y estructural que afecta a toda la sociedad.
Además, se vincula a problemáticas como la trata de personas, el proxenetismo y la explotación sexual, normalizando prácticas que perpetúan la desigualdad y la violencia de género.
“Cuanto mayor es el consumo de pornografía, más difícil es distinguir actos violentos de actos consensuados. La pornografía normaliza la violencia y perpetúa estereotipos machistas”, afirmaba Alejandro Villena en la entrevista llevada a cabo por la asociación.
La solución: educación y prevención desde edades tempranas
Ante esta realidad, El Proyecto Social Emargi ha desarrollado una Campaña Integral que ya está marcando la diferencia en centros educativos.
Se trata de un ejemplo de buenas prácticas en prevención y educación sexual.
Está diseñada para:
- Concienciar sobre los riesgos de la pornografía: A través de talleres participativos, los y las jóvenes aprenden a identificar los daños que provoca la pornografía en las relaciones, el respeto y la percepción del consentimiento.
- Fomentar un pensamiento crítico: El Proyecto Social Emargi trabaja para que los y las adolescentes cuestionen las narrativas normalizadas por la pornografía y las sustituyan por valores de igualdad, respeto y empatía.
- Apoyar a familias y docentes: El programa incluye guías prácticas y charlas específicas para padres, madres y el profesorado, convirtiendo a toda la comunidad en agentes de cambio.
«La pornografía no es neutral, tiene consecuencias graves para nuestra sociedad y, especialmente, para nuestros jóvenes. Por eso, nuestro objetivo es dotarles de las herramientas necesarias para navegar en un mundo digital que normaliza la violencia y la explotación. Desde el Proyecto Social Emargi insistimos mucho en la necesidad de que estas campañas se extiendan a más centros educativos y comunidades porque la responsabilidad no es solo de las familias, sino de toda la sociedad y porque hemos visto en nuestras investigaciones que, cuantas más personas y actores arrimemos el hombro en esa tarea, más beneficiados y beneficiadas saldrán de esta etapa los y las jóvenes para poder construir, en libertad, el mundo del futuro», explica Nerea Novo, directora de investigación del Proyecto Social Emargi.
Este estudio ha sido posible gracias a la colaboración y apoyo de: Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco.
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