Con paraguas morados alzados, el movimiento abolicionista lo deja claro: “la prostitución no es trabajo, es explotación sexual disfrazada de empoderamiento”.
El manifiesto abolicionista exige leyes firmes contra proxenetas y puteros, apoyo integral para las mujeres explotadas, y una educación que erradique la mercantilización de la sexualidad femenina.
En el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, activistas feministas de todo el país se han alzado en una poderosa acción simbólica para denunciar al sistema prostitucional, una de las formas más extremas de violencia machista que perpetúa la explotación sexual de mujeres y niñas. Bajo el lema #SigueAlParaguasMorado, cientos de mujeres han salido a las calles con un mensaje claro: la prostitución es violencia, no un trabajo.
Prostitución: violencia disfrazada de empoderamiento
A lo largo de las últimas décadas, el paraguas rojo ha sido adoptado por quienes defienden los intereses económicos del proxenetismo para defender que la prostitución es un trabajo.
Sin embargo, las feministas abolicionistas denuncian que este símbolo encubre una realidad mucho más cruel y perversa . «La prostitución no es un trabajo. Es explotación, violencia sexual y una violación sistemática de los derechos humanos de las mujeres y niñas. La prostitución no puede ser romantizada ni presentada como una opción válida de empoderamiento», afirman las activistas, quienes rechazan su normalización como una forma aceptable de «trabajo».
«La prostitución no es un trabajo. Es explotación, violencia sexual y una violación sistemática de los derechos humanos de las mujeres y niñas. La prostitución no puede ser romantizada ni presentada como una opción válida de empoderamiento»
A través de esta acción simbólica, se busca subrayar la enorme contradicción que implica defender la prostitución como un derecho, cuando, en la práctica, lo que ocurre es que millones de mujeres y niñas son explotadas en un sistema prostitucional que las cosifica, las humilla y las somete a violencia sexual de forma sistemática.
El paraguas morado: un símbolo de resistencia y lucha por la justicia
En las manifestaciones organizadas, las activistas han marchado bajo dos símbolos claramente diferenciados: mientras unas portaban paraguas rojos con mensajes , tales como «Pago por sexo», «Es un trabajo como otro cualquiera» o «Pago por un servicio», otras se han alzado con paraguas morados que transmiten un mensaje feminista contundente y directo: «Pagas por violar», «La violencia y el abuso no son trabajo», «Pagas para humillar». Esta dualidad de colores en los paraguas representa el contraste entre los discursos que intentan normalizar la prostitución y el compromiso abolicionista de acabar con esta forma de violencia.
El paraguas morado es también un símbolo de esperanza, libertad y justicia. Es un símbolo que nos invita a imaginar un mundo donde las mujeres no sean tratadas como objetos de compra y venta, sino como personas dignas de respeto y autonomía.
Un llamado a la acción política y al cambio estructural
El manifiesto que guía esta acción deja claro que la prostitución debe ser reconocida como una forma extrema de violencia contra las mujeres y niñas, y exige una serie de medidas políticas, legales y sociales para erradicarla. Entre sus demandas destacan:
- Leyes que sancionen a proxenetas y puteros, quienes son los principales responsables de perpetuar el sistema prostitucional y de explotar a las mujeres.
- Programas de salida y apoyo integral para las mujeres atrapadas en el sistema prostitucional, que les permitan recuperar sus vidas, acceder a la educación, la salud y la seguridad, y encontrar alternativas a esta violencia.
- Educación y cambios culturales para erradicar la mercantilización de la sexualidad femenina, para que se deje de ver a las mujeres como objetos sexuales y se promueva una cultura basada en el respeto mutuo y la igualdad.
“Con esta acción buscamos, no solo desmitificar el discurso que romantiza la prostitución, sino también inspirar políticas públicas para construir un mundo libre de explotación y violencia contra las mujeres”, explica Amelia Tiganus, fundadora y presidenta de la Federación Estatal de Mujeres Abolicionistas – FEMAB, una de las caras más visibles en la lucha contra el sistema prostitucional y superviviente del mismo.
“Este 25N, alzamos el paraguas morado no solo como un símbolo de denuncia, sino también como un símbolo de esperanza, libertad y justicia para todas las mujeres. No permitamos que la prostitución sea el futuro de nuestras hijas. Es hora de acabar con esta violencia estructural”, añade.
Un futuro sin prostitución es posible
La acción de hoy es solo una parte del movimiento que, a nivel global, está luchando por un cambio radical en la forma en que se entiende la prostitución. Activistas y organizaciones de todo el mundo exigen que la prostitución sea reconocida como lo que realmente es: una forma de violencia patriarcal que debe ser eliminada mediante políticas públicas eficaces y un cambio cultural profundo.
Este 25 de noviembre, miles de voces se han alzado para decir no a la prostitución y sí a un futuro donde las mujeres puedan vivir libres de violencia, sin ser tratadas como mercancías. “La lucha sigue, y con cada paraguas morado que se levanta, se hace más fuerte”.
Deja una respuesta